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El escritor Juan Bolea debuta como director cinematográfico con ‘Pálido monstruo’, cinta que verá la luz en un pase de presentación, el próximo 26 de septiembre, a las 20.00h en los Cines Aragonia de Zaragoza. Se trata de un cortometraje inspirado en la novela del mismo autor y título, cuyo guión apuesta por el ritmo, la acción, la intriga y otras claves del cine negro. ‘Pálido monstruo’, cuya trama plantea la solución de un enigmático crimen en el que están implicados un famoso político, los abogados de un célebre bufete y una joven letrada obsesionada con los asesinos en serie, fue rodado el pasado mes de junio en diferentes escenarios de Zaragoza, contando su elenco con Sara de Leonardis, Alberto Santos y Luis Trébol, además del propio Juan Bolea en uno de los papeles protagonistas. La producción ejecutiva, a cargo de Alejandro Bolea y de la productora aragonesa Infinity Comunicación & Broadcast Media, descansó sobre un equipo técnico compuesto por jóvenes valores del sector audiovisual aragonés como Javito Sánchez, a cargo de la edición, montaje y VFX; Mario Vizcaíno, como director de segunda unidad; Olenka Arias, ayudante de dirección; Sergio Rodríguez en la cámara o Álex Gracia e Irene Solanas, al frente de la dirección de fotografía y sonido, respectivamente. Se suman a ellos, otros compañeros de equipo como Pablo Abenia, Violeta Ferrer, Tirso Bernad, Dani K.Lafuente, Patricia Domínguez, Paula Browley, Samuel Varoy o Pablo Juberías, entre otros. En el acto de presentación, Juan Bolea adelantará nuevos proyectos cinematográficos, a destacar el rodaje de un largometraje a lo largo del próximo año 2023, localizado en territorio aragonés. ‘Pálido monstruo’ ha contado con la participación de ENATE y la colaboración de El Periódico de Aragón, Aragón TV, Ministerio de Justicia, Policía Nacional, Ayuntamiento de Zaragoza, El Corte Inglés, Palazón Abogados, Cines Aragonia, Fundación Ibercaja, Zaragoza Film Office, Enterprise Rent-A-A-Car, AAHoteles, Taberna 1941 A Pulpería, entre otras instituciones y entidades. El escritor presenta ‘El síndrome de Jerusalén’, protagonizado por Florián Falomir Texto: Daniel Monserrat | Vídeos: Dani K. Lafuente De su admiración ante las apariciones marianas «desde hace casi 30 años», se puede decir que surge El síndrome de Jerusalén (Editorial Alrevés), la novela de Juan Bolea, colaborador de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, que acaba de publicar («no me ha costado 30 años escribirla, te lo prometo», ha bromeado) y que ha presentado este martes en la Fnac Plaza España en un acto concurrido al que han acudido, entre otros, el exalcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch y Mari Cruz Soriano, a los que dedica el libro el autor. El síndrome de Jerusalén es la cuarta obra de la serie del detective Florián Falomir con la que Juan Bolea ha querido «recuperar la tradición de la novela de detectives como pudiera ser Agatha Christie o Perry Mason. Ahora se habla mucho de novela negra o policíaca, pero el origen de todo esto es la novela de detectives en las que le daban el caso resuelto a las diferentes policías», ha reivindicadoel escritor que ha confesado que esta serie es «un homenaje a Zaragoza». De hecho, su protagonista, Florián Falomir, «que ha sido muchas cosas en la vida, desde espía del CNI hasta militar, decide abrir una agencia de detectives en la calle Alfonso, ¿qué podía ir mal?». Desde ahí, ha proseguido el autor, «resuelve casos extraordinarios, no son sucesos normales, por eso yo trabajo tanto las tramas porque son acontecimientos extraordinarios que Falomir acaba resolviendo a su manera».
Así, esta serie de Florián Falomir («un detective desde lo cotidiano») pretende, además, reivindicar un género que no siempre ha gozado de popularidad: «Hemos pasado momentos malos en los que no se nos reconocía a los escritores de género nuestro papel y nuestra valía, nos ninguneaban, cuando la única realidad es que los lectores nos leían y no nos abandonaban. Ahora todo ha cambiado pero, ay, de esos escritores que tienes que leer con el diccionario al lado. Los autores escribimos para llegar a todo el mundo, esa es la realidad. Creo que hay mucha falsa vanguardia en algunos libros que no enganchan al lector por su propia concepción». Tras este cuarto volumen, en noviembre de este mismo año está previsto que llegue un nuevo libro de Florián Falomir y la serie se cerrará en 2023 con el sexto trabajo: «A partir de ahí, a pensar en otro proyecto. Yo me he comprometido a recuperar esa idea de los viejos seriales y que se hace en el mercado anglosajón y, por fortuna, la editorial ha creído en ella. Esto no se trata de publicar novelas con los mismos personajes, no, esto es una serie que llega a su cita puntual con los lectores y que tiene un desarrollo que se ve claramente en los personajes y que a mí me sirve también para fidelizar a mis lectores, que nunca me han fallado», ha aseverado Juan Bolea, Premio de las letras aragonesas. Además, en el acto el escritor ha desvelado dos nuevos proyectos que van a surgir este año en torno a sus novelas: «El 28 de octubre estrenamos en el Teatro Principal de Zaragoza la versión teatral dirigida por Blanca Resano de La mariposa de obsidiana, y, además, todo indica que este año ya por fin se rodará la adaptación al cine de Parecido a un asesinato, que va a dirigir Antonio Hernández». Con respecto a la producción escénica, Bolea ha señalado que «será un teatro detectivesco, de enigma, y ya estamos escribiendo y adaptando el guion para la obra». Arranca la nueva temporada de ‘La Noche Negra’ en la plataforma cultural Aragón Cultura de la Corporación Aragonesa de Radio y Televisión. Lo hace con la escritora María Dueñas, una de las autoras españolas más vendidas en la actualidad. Nacida en Puertollano, María Dueñas saltó a la fama en 2009 tras la publicación de su primera novela, “El tiempo entre costuras” que la convirtió en una superventas en nuestro país. “Cuando empecé a escribir jamás me planteé cuántos lectores me gustaría tener y mucho menos lo que era un bestseller”, reconoce la autora a lo largo del programa. La obra, ambientada entre la Guerra Civil española y el Protectorado español en Marruecos, ha dado el salto al teatro en formato musical. Tras este éxito vinieron más títulos como “Misión olvido” (2012), “La templanza” (2015) y “Las hijas del capitán” (2018). Casi 12 años después de su llegada a las librerías, llegaba el momento de recuperar a su personaje más emblemático, Sira, protagonista de El tiempo entre costuras. “Al principio me reía cuando oía aquello de que los personajes se van a veces de las manos. Y es verdad que se te van. No vale la pena maniatarlos. Para qué, si ellos te están pidiendo volar más alto”, reflexiona. En esta primera entrega de la tercera temporada de ‘La Noche Negra’, conducida y dirigida por el escritor y periodista Juan Bolea, la autora desvelará sus mayores secretos, confidencias, cómo es su proceso creativo, cómo diseña la hoja de ruta y a sus personajes, y compartirá algunos de sus referentes y futuros proyectos. El programa 'La Noche Negra', presentado por Juan Bolea se estrena cada domingo en Aragón Cultura.
La idea de construir un detective de ficción llevaba rondándome muchos años. Tantos, por lo menos, como se ha venido prolongando mi serie de novelas negras protagonizadas por la inspectora Martina de Santo, cuya condición policial impregnaba lógicamente el procedimiento de investigación de sus casos, siendo tan sólo anecdótica en la serie la aparición de investigadores privados. Pero, en el caso de mi nueva serie, la protagonizada por Florián Falomir, va a ser desde el primer momento la figura del detective la que se adueñe de la escena narrativa. El lector va a conocer a Falomir ya maduro. Es un hombre no demasiado agraciado, con algunos kilos de más, poco pelo y los cincuenta años cumplidos. Tiene una larga experiencia como agente de inteligencia del CNI. Reúne asimismo formación diplomática y militar, y ha servido en lugares conflictivos. Cuando finalmente se decide a abrir su propia agencia elige regresar a su ciudad natal, Zaragoza. Allí vivirá su primer caso como detective: Los viejos seductores siempre mienten (2018). Una venganza entre escritoras de género romántico que le llevará a nuevas orillas de la maldad y del crimen. Su segundo caso, Sangre de liebre, se centra en una adinerada familia de Los Monegros, en el desierto aragonés, donde las rencillas familiares abocarán al odio y finalmente al derramamiento de sangre entre sus miembros. Y acaba de publicarse el tercer caso de Florián Falomir, La noche azul. Ambientada en el Mediterráneo, esta novela se adentra en el mundo del cine y en la naturaleza del amor, especialmente en el capítulo de la posesión y de los celos. El modelo de Falomir, como personaje, no está sacado del natural ni obedece a una suma de analogías que uno haya ido coleccionando tanto de la realidad como de los espejos de la ficción. Desde el primer momento quise crear un personaje vivo, natural, humano, con sus defectos e iluminaciones, con su peculiar sentido de la moral y de la justicia y, sobre todo —puede que éste sea su rasgo más específico—, su sentido del humor. Algo que yo, como lector, venía echando en falta en la novela negra, y que a Falomir ciertamente le sobra. Pero no es el suyo un humor chistoso, ni siquiera ingenioso, sino una manera de observar y analizar la existencia con una mirada limpia, alegre y, al mismo tiempo, crítica. Es ese humor de Falomir y su manera de contarnos los casos, a menudo en primera persona, lo que le conecta de manera instantánea con el lector/a. Así me lo están diciendo, al menos, muchos de mis lectores/as, para quienes Florián Falomir, alias “Flo”, es ya un personaje incorporado a su imaginario como un alter ego bien de ese mismo lector, bien de alguien a quien conoce muy bien, muy de cerca, con quien podría tomar café en el bar de debajo de su casa y hablar de todo, incluidos los casos en los que esté trabajando.
En cuanto a la editorial que ha confiado en la serie de Florián Falomir, el sello Alrevés, y que tanto y tan cariñosamente está divulgando sus novelas, me gustaría entregarle un total de seis títulos. Tres ya se han publicado, y los pueden leer ustedes. Las otras tres novelas que faltan iremos escribiéndolas en los próximos años Florián Falomir y yo, mano a mano, caso a caso, pensando, sobre todo, en ustedes, en el placer de su lectura, con el propósito de amenizarla, y de sorprenderles y atraparles con nuevos enigmas.
La escritora de éxito alemana Sarah Lark, ha aprovechado las redes sociales para recomendar a sus seguidores y lectores algunas novelas para estos días en los que podemos tener más tiempo para dedicar a la lectura. Entre esas obras destacadas, se encuentran varias de Juan Bolea. Sin duda, a Lark le han llamado, especialmente, la atención los casos del detective Florián Falomir. 'Sangre de liebre' es el último de ellos. Te aconsejamos iniciar junto a él una aventura literaria e ir resolviendo juntos las pesquisas hasta cerrar los diferentes casos. Aquí podrás encontrar toda la saga.
Fuente: Todoliteratura.es Muchos son los géneros literarios que Juan Bolea ha tratado en sus dieciocho novelas publicadas, pero es en el género policiaco donde el escritor gaditano, radicado en Zaragoza desde siempre, desprende todas las características de su literatura: misterio, novela costumbrista y humor. Estas son solo algunas porque quien se acerque a sus novelas encontrará muchas más. Hace unos años, creó a una sólida inspectora de nombre Martina de Santo, con ella publicó seis novelas y en alguna aparecía el extraordinario detective privado Florián Falomir, que tenía en su haber muchas ocupaciones, entre ellas la de espía del CNI en alguna embajada. Además, este peculiar detective sabe más de literatura que el que esto escribe. De hecho, Falomir tiene publicada una tesis doctoral sobre el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti. Juan Bolea es tan moderno que copia a las series de televisión de fama y lo hace con acierto. Por eso, se sacó del magín un spin-off de la serie de Martina de Santo y ya son dos novelas las que ha publicado con nuestro amigo Flo Falomir. Quizá estás dos novelas que protagoniza nuestro singular detective sean las más agudas y divertidas de la producción del escritor maño de adopción. Me estoy refiriendo a “Los viejos seductores siempre mienten” y esta última “Sangre de liebre”. Juan se ha convertido en el Enrique Jardiel Poncela de la novela negra española. La trama de su última novela no deja de sorprendernos en ningún momento. Los giros son espectaculares, ya que lleva al lector por donde quiere casi sin darnos cuenta hasta conseguir un final espectacular que nos deja sin aliento. Parecido a lo que la gran Agatha Christie solía hacer en sus mejores novelas. Sólo que Bolea nos va dejando muchas más pistas que la escritora británica. Florián Falomir ha conseguido con tan sólo dos novelas que sintamos que ya forma parte de nuestra familia literaria. Sigue igual que siempre, gourmet excesivo, bebedor impenitente, putero –perdonen el término- colosal, ingenioso detective y mal novio, y peor esposo. Sabemos que colecciona divorcios y que su noviazgo con la invidente Ana María podría cambiar su forma de comportarse. Lamentablemente, no es así. Y sufre una primera crisis que le llevará a una posible ruptura… Juan Bolea suele utilizar en sus novelas de Falomir dos tipos de escenarios. Por una parte, tenemos un entorno metropolitano, concretamente del centro de Zaragoza donde reside, trabaja, come y se divierte nuestro protagonista. Allí, interactúa con una fauna de sujetos a cada cual más estrambótico e insólito. Ni que decir tiene que por los locales por los que se mueve Flo no son los habituales para la gente de bien, ya que son los individuos pertenecientes al lumpen más rastrero los que deambulan por dichos lugares y por las páginas del libro, a sus anchas. Por otra parte, Falomir, por su trabajo, siempre tiene clientes de la alta sociedad aragonesa que suele tener lujosas posesiones en alguna de las poblaciones más o menos cercanas a Zaragoza. Es en una de ellas es donde se precipitan los acontecimientos de “Sangre de liebre”, el título ya nos da una pista de por donde se va a desarrollar la trama de la novela, que en está ocasión, y como marca de la casa, es realmente original y sorprendente. Ni que decir tiene que Falomir no busca los problemas, los encuentra sin más. En esta ocasión, de modo accidental, cuando un cliente llamado Lu Sangara -un supuesto artista del pincel-, le contrata para recuperar un extraordinario reloj. Encontrarlo, lo encuentra, pero lo que no se podría imaginar es lo que le acarrearía. Sangara es un mentiroso compulsivo y durante un tiempo hace que la vida de Flo cambie, para mal, claro está. A partir de ese momento, la trama se complica, los sucesos desfilan a velocidad de vértigo y en medio de la vorágine Falomir se siente desbordado. Juan Bolea es poseedor de un verbo grácil y al mismo tiempo erudito. Son muchas sus referencias al mundo literario, al igual que al policiaco. Sus paradojas, sus metáforas están presentes a lo largo de toda la novela y, sobre todo, el humor. El escritor es un maestro de la ironía, de la parodia y de la sorna. Ya estoy esperando su nueva entrega, espero por su bien que continúe con la saga. Falomir se lo merece. RAMÓN RUIPÉREZ Retomo la actividad del blog, y lo hago con una reseña del último libro que he tenido el placer de leer, “Sangre de liebre” (Alrevés editorial, 2020), del escritor aragonés Juan Bolea, una obra que está recién horneada; no en vano fue presentada, dentro de la programación cultural del Festival Aragón Negro que lleva celebrándose desde el pasado día 15 de enero y hasta este viernes que viene en Zaragoza y 22 subsedes, hace solo nueve días, el día 20, en el Teatro Principal de Zaragoza. Ésta es la primera vez que abordo, en este blog, el análisis de una novela de Bolea. Podía haberlo hecho antes, es cierto. Podía, incluso, haber hecho un monográfico sobre este autor e ir desgranando, una a una, todas sus obras. Y tanto es así porque, desde que entrara por la puerta grande de la novela negra y policiaca nacional con la excepcional “Los hermanos de la costa” (Ediciones B, 2005), la primera de las obras protagonizadas por la poliédrica y andrógina subinspectora Martina de Santo, la complejidad y lo adictivo de sus historias así como su eficacia narrativa me atraparon por completo, hasta el punto de que todo cuanto luego publicó fue objeto de adquisición por mi parte y actualmente adorna mi pequeña librería. Así, después de “Los hermanos de la costa” llegarían “La mariposa de obsidiana” (2006), “Crímenes para una exposición” (2007), “Un asesino irresistible” (2009), “Orquídeas negras” (2010), “La melancolía de los hombres pájaro” (2011), “Pálido monstruo” (2012), “El oro de los jíbaros” (2013), “Parecido a un asesinato” (2015), “El síndrome de Jerusalén” (2016), “Los viejos seductores siempre mienten” (2018) y, ahora, este último, “Sangre de liebre”.
Con “El síndrome de Jerusalén”, la última de las aventuras (la séptima de toda la saga) de la subinspectora Martina de Santo y la aparición en escena del detective Florián Falomir, la narrativa de Bolea experimentó una evolución sustancial, algo que se vio reflejado con mucha más intensidad en su siguiente obra, “Los viejos seductores siempre mienten”, donde Falomir ya es el protagonista y donde Martina de Santo hace un “cameo” al final de la novela, y sobre todo en esta última, “Sangre de liebre”, donde Falomir afronta un peculiar caso sin la ayuda de la famosa subinspectora y donde el humor tiene un poso muy importante en todo el libro, filtrándose en él a través de los ingeniosos diálogos que el detective mantiene con todos cuantos personajes trufan el relato. O lo que es lo mismo, que Juan Bolea, como otros tantos autores que evolucionan a lo largo de su carrera literaria, parece estar experimentando con nuevos recursos, con nuevas maneras de abordar las novelas, con nuevos registros. Probando cosas y encontrando nuevos cauces comunicativos. Como sucede, por ejemplo, con Eduardo Mendoza, capaz de escribir libros tan antagónicos narrativamente hablando como “La verdad sobre el caso Savolta” y “Sin noticias de Gurb”, pero ambos sensacionales se mire por donde se mire por cuanto la genialidad radica en la destreza del autor a la hora de atrapar al lector, y eso es algo innegable en ambas obras. ¿Y de qué va la última incursión novelística de Bolea? Pues, en esencia, “Sangre de liebre” arranca con la irrupción, en la agencia de dectives Las cuatro efes (en la que trabajan Florián Falomir, su socio Fermín Fortón y la secretaria Benita Cortés), de Lu Sangara (que ni se llama Lu ni se apellida Sangara, que es un mentiroso compulsivo así como un ciclotímico de manual y que artista es un rato, pero más en el sentido peyorativo de la expresión que en el literal relacionado con el mundo del arte), un tipo que, recién casado con la hija del millonario Abdón Chaure, ha perdido, durante una juerga con una prostituta, un carísimo reloj de lujo de marca Panerai. Este arranque, que bien podría parecerse (salvando las distancias) al de la película Airbag (1997), en la que Karra Elejalde (Juantxo en la película), un miembro de la alta sociedad que va a casarse con una chica de familia adinerada, pierde el anillo de bodas en un prostíbulo durante su despedida de soltero e inicia su búsqueda junto a sus amigos Paco (Alberto San Juan) y Conradín (Fernando Guillén Cuervo), avanza luego por otros derroteros para nada previstos. Y es que a la pronta y aparentemente sencilla recuperación del reloj, que es hallado sin la menor dificultad, sobreviene un rosario de circunstancias que cambia por completo la vida de Falomir, que, de la noche a la mañana, se ve inmerso en una espiral de alcohol, drogas, pasión y sexo que lo arrastra a los infiernos de la condición humana y que le hace recalar en un paraje del desierto de Los Monegros, donde se desarrolla (junto a Zaragoza) parte de la acción de la obra. Así, a lo largo de las 288 páginas de las que consta el libro, Bolea hila una historia donde la ambición, las envidias, la venganza y los celos conforman una madeja singular que se traduce en el asesinato del suegro de Lu Sangara y cuyo desenredo corre a cargo de un investigador, Florián Falomir, tan sagaz como mundano, bipolar desde el punto de vista de la investigación (alterna el más exacerbado prurito profesional con la desidia más absoluta en función de su estado de ánimo -o de la intensidad de la juerga de la noche anterior-), dionisiaco en lo concerniente a la bebida, entregado (también) a los placeres de la gastronomía (a pesar de la dieta vegana que le inflige Ana María, su invidente novia) y algo laxo de moral en lo referido a la fidelidad. En definitiva, un libro lleno de ingenio, de sorpresas, de giros inesperados, de gastronomía, de humor, de crímenes, de bajas pasiones, de golpes de efecto y de investigación por cuyas páginas discurre todo un caleidoscopio de personajes de profundo corte psicológico, llenos de rarezas, de medias verdades, de secretos inconfesables y, en ocasiones, de amoralidad. Y todo ello ambientado en mi tierra, en Aragón, en mi ciudad, Zaragoza, y en Los Monegros, un lugar al que tantas cosas me unen. Qué mas puedo pedir. Pues que me lo firme. Pero eso será fácil de solucionar. Que para eso Juan Bolea, además de un grandísimo escritor (su firme trayectoria, además de la reciente consecución del Premio de las Letras Aragonesas 2018, lo avalan como tal), es alguien a quien tengo el gusto, o más que el gusto el honor, de conocer desde hace ya 15 años, cuando yo era un joven recién licenciado en Periodismo y ambos coincidimos en la redacción de El Periódico de Aragón, donde él firmaba (y sigue haciéndolo) un billete de opinión titulado Sala de máquinas, y un hombre honesto e íntegro con el que guardo una excelente relación a pesar de que nuestras vidas profesionales tomaron rumbos divergentes con el paso de los años y al que, siempre que se presta la ocasión, me gusta saludar y conversar un rato con él. Algo que muy pronto haré y aprovecharé la coyuntura para que me dedique la obra. Por todo ello, concluyo: si te gusta Juan Bolea como autor, este libro te resultará ameno, así que léelo. Si te gustaron los casos previos de Florián Falomir, éste te gustará también, así que léelo. Si no has leído nada de Juan Bolea, “Sangre de liebre” puede ser un buen comienzo, así que léelo. En definitiva: a qué esperas para leerlo. Salud y cultura, amigos. Hasta la próxima. El despacho “Las Cuatro Efes” ha abierto sus puertas al público en el Teatro Principal de Zaragoza. Su detective, Florián Falomir, recibe a Lu Sangara, un artista bohemio que lo seduce y, a la vez, lo perturba. Un ambiente inquietante inunda la sala y adentra a su público en el misterio de un nuevo caso detectivesco. No nos estamos refiriendo a una representación teatral, sino a la original y exitosa presentación de la nueva novela negra de Juan Bolea. El conocido escritor, periodista, divulgador cultural, Premio de las Letras Aragonesas de 2018 y director –y hoy protagonista– del Festival Aragón Negro ha presumido de poder de convocatoria al llenar la sala, un hito poco común tal y como nos recordaba su editor Gregori Dolz, para la presentación en sociedad su nuevo libro. “Sangre de Liebre” es el título que recibe la segunda novela de la serie protagonizada por el detective Florián Falomir. Descrita como “una novela psicológica con entidad propia que nos sorprenderá con nuevas voces y caminos”, la intrigante historia que tiñe sus páginas ha prendido las expectativas del público asistente como sólo las historias de los grandes referentes del género son capaces de lograr. Dos grandes escritoras, sus “ángeles tutelares”, lo han acompañado. Ellas son Isabel Abenia, escritora de novela histórica y Cristina Higueras, actriz y productora teatral. Los tres han transmitido cercanía y confianza y han conseguido crear un ambiente muy familiar en el que no fue difícil sumergir al público en la trama del nuevo caso del detective Falomir. Tras lo que parecía ser una presentación al uso de una nueva novela, nos han sorprendido con la dramatización de las primeras páginas de “Sangre de Liebre”, desde las que ya se presiente el misterio y se sientan las bases de la trama. Lu Sangara, personificado por Isabel Abania, acude a Florián Falomir, interpretado por Cristina Higueras, porque en una noche de juerga en compañía de Denise, una amante, ha perdido el reloj que su mujer le había regalado el día de su compromiso. Desazonado, va en busca de las dotes del astuto Flo para que lo recupere antes de su cena de aniversario. Pasiones, fortuna, sexo, avaricia… Los elementos que bailan al son de un ritmo trepidante y se despliegan en el tapiz que Juan Bolea teje con mano experta para sumergirnos en las profundidades de un submundo oscuro y desconocido En palabras de Isabel Abania, la obra de Juan Bolea ha dado un salto con la transición de Martina de Santo a Florián Falomir. La escritora lo ha comparado con la novela picaresca, con la evolución del caballero andante al noble empobrecido. Falomir representa al hombre terrenal, vividor, hedonista, pero también astuto, inteligente y lleno de humor. Cristina Higueras ha destacado la delicadeza de Bolea a la hora de crear sus personajes con pocas pinceladas y conseguir que el lector visualice sus rostros e, incluso, “los escuche respirar”. Cada uno revela una entidad propia que, destapando sus debilidades, lo hace escapar del cliché y lo llena de humanidad. Higueras piensa que le humor no tiene por qué ser incompatible con el género negro y que la novela “está llena de ternura”. Además, la forma de presentar los lugares del territorio aragonés la hacen una obra muy visual y cinematográfica.: “tiene todos los ingredientes para poder verla en la gran pantalla”. Juan Bolea, durante la elaboración de los personajes, ha tomado como referente a Onetti, a quien cita en la primera página de la novela. Desde una mirada mágica y mesiánica, ha ‘buceado’ en cada uno de ellos, sin prejuzgarlos y presentándolos tal y como son. Es así como el autor quiere, además, reflejar la forma de ser de los aragoneses. En especial, el personaje de Flo encarna ciertos valores comunes al carácter de nuestra tierra y con el que, de alguna forma, podríamos sentirnos identificados: la hospitalidad, la lucidez, el humor “somardo” y la universalidad se corresponden claramente con la implicación emocional del detective, con su astucia, con su humor y con la mezcla entre hombre costumbrista y hombre de mundo, respectivamente. Un nuevo desconocido, oscuro y mefistofélico, ha entrado en la vida de Falomir. La curiosidad del detective lo hará indagar en su corazón humano y será inevitable que el lector lo acompañe. Fuente: EVA GARCÍA | El Periódico de Aragón La universalidad de las letras aragonesas, la reivindicación de la historia y de autores prácticamente olvidados fueron los temas con los que Juan Bolea ha ido tejiendo su discurso este martes tras recibir el Premio de las Letras aragonesas, de manos del presidente de la comunidad, Javier Lambán, quien ha señalado: «Si hay que dárselo a un hombre de letras, ese es Juan Bolea». La planta cuarta del museo Pablo Serrano se ha quedado pequeña para acoger el acto. El ganador ha estado arropado por su familia, encabezada por sus padres, el expresidente de Aragón, Juan Bolea Foradada, y su esposa, representantes de la política, de la literatura, de la cultura y también lectores. Bodegas Enate patrocina el galardón, dotado con 10.000 euros. El creador de Martina de Santo se ha mostrado muy «agradecido» por este premio «a la trayectoria» que significa que «ya eres una persona mayor» pero también que en el conjunto de su obra hay alguna «aportación a las letras aragonesas, que son universales porque este no es un premio local» porque el que conoce bien la historia sabe que es una «historia universal como bien conoce nuestro presidente, a diferencia de nuestros vecinos», ha dicho. Bolea ha agradecido el apoyo de Nicolás Espada, director de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del que es columnista, porque «nos han premiado por las novelas pero también por las columnas y los trabajos en la redacción llevando al periodismo algo de literatura»; a Luis Nozaleda, de Enate, por demostrar que «el patrocinio cultural es rentable» y a su familia. No es muy dado a recordar el pasado, pero durante su discurso se ha remontado a cuando tenía 14 años y con una redacción ganó el premio CocaCola de relatos; y cómo se coló en 1974 en la recepción del alcalde de la época a Ramón J. Sender, al que le preguntó qué necesitaba para ser escritor, a lo que este le contestó: «Corre mundo, vive la vida, deja el refresco y pásate al vino», ha afirmado entre risas. Se ha acordado también de sus lecturas en la Biblioteca del Casino Mercantil donde conoció a Madame Bovary, Oliver Twist o Sherlock Holmes; de cuando su padre levantó un 23 de abril de 1978 la «bandera de Aragón en la plaza de Aragón tras estar arriada durante más de 270 años». Y de otro gran premio, el Ciudad de Alcalá, donde un jurado le recomendó «trabajar más la realidad». Entonces «era un escritor de éxito, pero no tenía lectores», que ganó gracias al periodismo y los reportajes que escribió como «pequeñas novelas». Luego le sirvieron para la saga de Martina del Santo, novelas que «se van a reeditar» y para su última creación, el detective Florián Falomir, «un aragonés que espero sea universal». AUTORES A REIVINDICAR Juan Bolea no se olvido tampoco de autores, aragoneses y universales, «maestros que han descrito como nadie el ser aragonés». Estos escritores que «hay que rescatar», son, entre otros, Marcial, «el primer columnista de la historia»; Pedro Alfonso, que en el siglo XII trajo a Aragón la «tradición arábiga»; Braulio Foz en el siglo XIX con Vida de Pedro Saputo; y ya en el siglo XX, Ramón J. Sender, quien «debió ganar el premio Nobel»; y a quien hay que leer porque en su obra «están nuestros secretos, nuestra historia, nuestra razón de ser, que es universal». Por su parte, el presidente aragonés, Javier Lambán, también ha hecho hincapié en esa «vocación universal» frente a «los vecinos del este que solo se ven el ombligo y se ven mal». También ha remarcado que el Gobierno de la Comunidad ha querido que la imagen de marca de Aragón sea «la cultura, la literatura y la creación, porque somos creadores, gente de cultura», ha señalado; y ha nombrado a Marcial, Sender, pero también a Goya y Buñuel que «presentados como bandera nos abre puertas» en el mundo. Porque Aragón es tierra de «escritores y de lingüistas», por eso, «estamos ultimando un convenio con la RAE para que incluya aragonesismos, como somarda –que define también la fina ironía de Bolea–», ha señalado Lambán, quien ha alabado al escritor «como promotor de iniciativas culturales», ciclos literarios y también como columnista. |
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